miércoles, 17 de marzo de 2010

No quiero no estar a tu lado

Hoy te vas dejando caer en cualquiera esquina de la calle, donde quiera que el viento te lleve.
Tus pies empiezan a guiarte a aquel lugar, aquel que solo tú y ella conocéis, sin entender muy bien el porqué, decides seguirlos.
Allí vuelves a recorrerla con la mente. Te acercas a su boca y juntas tus labios con cuidado en los suyos, tienes miedo de que se dañe la porcelana de su rostro. Pero se te olvida todo en un instante, cuando el exceso de pulsaciones por minuto supera los límites y tus ojos perciben a una chica preciosa es normal perder el norte, el sur y el este…
La tiras al suelo, y te tumbas sobre ella. Respiras su oxígeno, vuestro oxígeno con más fuerza que nunca, y ya todas las neuronas que una vez controlaron tus impulsos quedan totalmente mudas, solo te mueve ese órgano que late en su pecho.
Te crees en el cielo cuando pasa sus manos entre tus rizos, como respuesta deslizas tu mano por todo su cuerpo, para llevarla hasta el germen de su éxtasis, esperando como respuesta aquellos gemidos... Después clavas tus pupilas en aquel cielo azul que bañaba sus ojos, la sonríes, y la invitas a deshacerse de todo lo que molesta. Te contesta con inseguridad pero tú la susurras que no tenga miedo, que aquel es vuestro lugar, nadie podrá jamás entrar. Ella varía su ritmo cardíaco notablemente como repuesta y con una sonrisa pícara te invita al paraíso. Noches enteras jugando a no dormir, jugando a vivir...

Retiras el recuerdo de tu mente, con resignación ante la imposibilidad de su repetición, pero lo haces. Piensas que eso habría sido un final de cuento de hadas, y ella jamás creyó en ello, de hecho los odiaba.
Ahota tu mirada se centra en aquellos árboles que te miran, te invitan a marcharte, a seguir el camino de salida de aquel el lugar que solíais amar. Y así te das cuenta que una lágrima que lleva cautiva en sus ojos demasiado tiempo Al finalizar de recordar su historia la deja huir, la deja volar, quizá fuera lo que siempre ella quiso, volar, y ahora la dejas hacerlo libremente, con la certeza de que jamás volverás a protagonizar ningún momento a su lado.

1 comentario:

Vértigo dijo...

Tengo sed y estoy tragando. Por dios, ¿has visto el nuevo vídeo? a-m-o-r.
Eres tremendísimamente buena, y lo sabes, y te envidio.

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