El tocadiscos vuelve a hacer sonar aquella canción que te hacía perder el rumbo, esa que tiene un sabor similar al cielo, ese cielo que rellenabas con aquellos besos que sonaban a un “te quiero” infinito y tenían un hedor sumamente atrayente, similar al de los sueños, sinónimos de una posible eternidad.
Y no sé por qué me vienes tú a la cabeza.
Y no sé por qué me vienes tú a la cabeza.
3 comentarios:
Oh oh oh vaya texto.
Espera, que respiro. :) Ya.
He estado viendo tu flickr y claro ya decía yo que me sonaban las fotos, es que yo creo que me había pasado alguna vez por este blog...
Pues te sigo :) Muac!
qué bueno... me ha encantado!
un millón de besos ácidos ;)
Me gusta muchísimo :) La foto y todo, es genial.
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ESTUPIDECES CONTAGIOSAS